300€.
Es lo que pagarás por ir a cenar con tu pareja a un restaurante de esos con estrella. Eso, o más. Ojo, míratelo antes de reservar.
Es curiosa la relación entre el valor y el dinero.
Karl Marx en El Capital desarrolla la teoría del valor trabajo, en la que el dinero actúa como una medida y representación del valor acumulado. Cada mercancía contiene una cierta cantidad de trabajo que se expresa en términos de dinero. Así, según Marx, las mercancías se intercambian no por sus valores de uso (su utilidad), sino por sus valores de cambio (trabajo requerido para producirlas).
¡El bueno de Karl!
No conocía el DISFRUTAR, el CELLER DE CAN ROCA, ni a DAVIZ, ni se imaginaba la ilusión con la que pagaríamos por comer en sus restaurantes. Tampoco vivió la explosión del marketing, ni las RRSS, creando necesidades donde el valor de cambio nada tiene que ver con su precio.
Durante 10 años he intentado que los clientes (gente que supone que quiere comprar lo que tu vendes) pagasen dinero por lo que les vendía. Reconozco que a veces he cobrado menos dinero del que me costaba por hora y les dedicaba más tiempo del que les cobraba. Mucho más. ¿Te suena?.
Miles de horas invertidas (perdidas) en hacer cosas que nadie valora, para cobrar una cantidad de dinero que no permite seguir haciéndolas. ¿De traca, verdad?. Y por si alguien duda, no, no se puede trabajar sin margen.
Un círculo vicioso que, tal y como se referiría en economía, se compone de un ciclo de eventos que se refuerzan mutuamente en una dirección negativa.
Hay que romper el círculo. Y no parece fácil.
El problema no es el cliente. No eres tu, soy yo.
Si a una empresa le digo que voy a llevarle la contabilidad, conciliar el banco y preparar y presentar los impuestos por menos de 200€ al mes, la que está menospreciando mi trabajo soy yo misma. Porque lo que le ofrezco a esa empresa es tener bajo control una parte tan importante como la financiera, tener información sobre los ingresos, los costes, poder conocer el margen de sus ventas y el estado de su tesorería. Porque tendré la responsabilidad de preparar y presentar sus impuestos en tiempo y forma, a pesar de que me pasen la información justa de tiempo, repetida, o no me la pasen, sea el día del año que sea y a la hora que sea (esto último es para otro post).
Porque ese no es el servicio adecuado, y no tiene valor. Y por tanto, no vale nada.
Lo que tiene valor para esa empresa es poder confiar en mi para disponer de la información necesaria para tomar decisiones. Utilizar mis conocimientos para mejorar sus procesos. Que las operaciones estén optimizadas fiscalmente. Que mi experiencia les sirva para evitar un problema futuro.
Y si eso tiene valor, y tiene precio. Y ese precio hace que siga teniendo valor, para mi. Y así poder generar más valor. Y romper el círculo vicioso.
Y de vez en cuando, irme a cenar a NOZOMI (mi restaurante japonés preferido).